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Para Rimisp, Centro Latinoamericano para el Desarrollo Rural, es fundamental contribuir con mecanismos para la gestión de conflictos socio territoriales como los que hoy vemos manifestados en Colombia en el marco del Paro Nacional. Por esta razón venimos trabajando en la consolidación de un observatorio para medir el cambio con perspectiva territorial y en la construcción de los indicadores cotidianos, los cuales buscan reflejar la experiencia de los habitantes de un territorio y medir los avances o retrocesos en el desarrollo territorial y construcción de paz.
Para profundizar sobre este tema, dialogamos con Felipe Hernández, licenciado en letras, especialista en Derecho Internacional Humanitario del Instituto de Estudios Interculturales (IEI) de la Pontificia Universidad Javeriana de Cali, institución aliada en la implementación del proyecto, Fortalecimiento de un observatorio para medir el cambio con perspectiva territorial. Felipe es investigador en la línea de movimientos sociales y construcción de paz, desde la que contribuyen al fortalecimiento de las organizaciones sociales, comunidades e instituciones en los territorios.
¿Cuál es el trabajo que han venido realizando desde el IEI con la construcción de los indicadores cotidianos en el proyecto del Observatorio?
En el marco del proyecto del Observatorio, se ha venido diseñando un ejercicio colaborativo con diferentes organizaciones del suroccidente del país. En ese ejercicio lo que se ha hecho hasta ahora ha sido un encuentro de saberes con diferentes representantes de estas organizaciones y la recuperación colectiva de unos saberes cotidianos que giran en torno a dos ideas que parecen contrapuestas pero tienen líneas de sentido que pueden seguirse: una es la idea de desarrollo territorial, medida que es muy discutida en el marco organizacional en Colombia, sobre todo en el campo; y dos la idea de vivir bien, tal vez una idea más cercana, más cotidiana, que revela mucho más de lo que se entiende por bienestar y por desarrollo en diferentes comunidades en el campo del país. Aparte de eso, ya se empezó un ejercicio de sistematización de esa información que se obtuvo y lo que revela éste es un desconocimiento grande de parte de algunas lecturas canónicas en las necesidades de estas comunidades, porque el desarrollo o el vivir bien no se mide en estos espacios solo en términos de infraestructura, capacidades económicas o pobreza, sino que tiene muchos otros factores que inciden en esa representación de lo que es vivir bien, que como digo viene a ser la concreción del desarrollo vista desde lo cotidiano.
¿Cuál es el potencial que tienen los indicadores cotidianos en coyunturas como las del actual Paro Nacional?
Es muy importante la información que se puede obtener de los conflictos. Esta metodología de los indicadores cotidianos, nos da una lectura holística de las realidades que se viven en el país, las realidades más concretas, las realidades micro, y en ese sentido, dichas lecturas pueden servir de puente hacía la sociedad, en contrapartida de lecturas y análisis de cortes más institucionales, los cuales han perdido mucha legitimidad en las comunidades. Además, los indicadores cotidianos constituyen una gran oportunidad para conocer los conflictos que se viven en los territorios tal vez con más anticipación y al poder tener una lectura anticipada, también permite una acción más rápida para reconfigurar los factores que dan lugar a los mismos y empezar procesos de construcción de paz.
Por ejemplo, el Paro Nacional actual es un levantamiento que se dio en gran medida desde los espontaneo y esto se reconoce en la cotidianidad. Finalmente, no se puede desconocer que estos conflictos obedecen a problemáticas estructurales que no se solucionan en una semana, un mes, un año, sino que requieren de intervenciones decididas y honestas de diferentes instituciones en períodos largos de tiempo.
¿Qué ventajas tienen los indicadores cotidianos frente a los tradicionales para facilitar el diálogo social e intercultural que contribuya a una gestión pacífica de los conflictos?
Los indicadores cotidianos, permiten una lectura más cercana, más íntima de lo que pasa en las comunidades y en el territorio, por lo que pueden permitir una mejor anticipación a los conflictos. La cotidianidad refleja cambios diarios en las realidades de las personas que habitan estos territorios, y una lectura de estos cambios permite enfrentarnos con más prontitud a los problemas que estén surgiendo o que ya estén instalados. Así, el plus que hay en la medición de lo diario tiene que ver con el nivel de anticipación y reconocimiento de las realidades concretas de las personas.
Entonces, creo que los indicadores cotidianos tienen un potencial muy grande frente a los tradicionales, pues estos últimos miden conceptos o dimensiones muy estáticas en períodos de tiempo muy amplios por lo cual no permiten esa anticipación o no la permiten de ese modo. Los indicadores tradicionales lo que pretenden es hacer una lectura muy homogénea para poder entender una realidad, pero lo que tratamos de entender con los indicadores cotidianos es que las comunidades son muy diversas en cuanto a grupos poblacionales, ideas y demás, y no basta con una sola lectura que pretenda abarcarlos a todos. El camino más sensato es siempre tener las dos visiones, esa visión macro que pueda ser orientada por los indicadores tradicionales y esa otra visión desde lo micro, una visión endógena que se obtiene con los cotidianos, para así, hacer lecturas comparadas, análisis en paralelo para obtener una visión más amplia de la realidad.
¿Cómo lograr que el Observatorio, con estrategias como la medición de los indicadores cotidianos, pueda contribuir al encuentro de diversas voces que aporten soluciones?
Yo creo que la misma dinámica de construcción de indicadores cotidianos permite eso, porque lo que busca es el reconocimiento de esa pluralidad de voces que cohabitan un territorio particular y creo que en esa captura de esa realidad plural y en esa acción participativo siempre confluirán actores diversos, porque finalmente ese es el ejercicio de la construcción de lo cotidiano, que no se hace desde un solo lado, se hace en colectivo. En ese marco, el diálogo por sí mismo permite la cimentación de esas sinergias, esos encuentros entre las voces diversas que conforman la sociedad. Es lo cotidiano emparejado con lo diverso y con la complejidad también. Creo que esta apuesta de dar un registro de lo diario, lleva en sí misma esa idea de construir puentes y encuentros entre los diferentes actores. Debemos entender ese potencial de los indicadores cotidianos en cuanto a los encuentros entre las diferentes voces.
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