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Informe 2015

Rimisp – Centro Latinoamericano para el Desarrollo Rural propone que el enfoque territorial es más eficaz en la reducción de brechas de desarrollo. En materia de género, esta afirmación resulta en una invitación a considerar integradamente las características de las mujeres y las dinámicas territoriales para reducir las desigualdades entre hombres y mujeres.

Los distintos análisis que se realizan a lo largo de este Informe nos muestran que no basta con impulsar políticas tendientes a incrementar la dotación de activos de las mujeres, independientemente de su posición relativa respecto de los hombres, ni menos aún con independencia del tipo de oportunidades que les ofrece el contexto territorial en que viven y se desempeñan.

Para lograr el empoderamiento económico de las mujeres es necesario eliminar las barreras estructurales que limitan el ingreso de las mujeres al trabajo remunerado en igualdad de condiciones que los hombres y que restringen su acceso a activos productivos, pero también es necesario actuar sobre las dinámicas específicas de los territorios que dificultan la participación de las mujeres en la esfera económica del desarrollo territorial.

Algunas medidas concretas a considerar en esta dirección son:

  1. Tener en cuenta las características de los sectores productivos y las posibilidades de incorporación de las mujeres, al momento de diseñar programas de formación, capacitación y apresto laboral.
  2. Considerar la oferta de bienes y servicios públicos existentes en cada territorio al momento de diseñar políticas tendientes a disminuir el costo de oportunidades de las mujeres a trabajar (disponibilidad de salas cuna, centros de cuidado de niños y adultos mayores, carreteras, etc.).
  3. Potenciar políticas que apoyen el trabajo asociativo de las mujeres, tanto productivo como político.
  4. Fortalecer y/o contribuir a generar espacios de organización comunitaria para el desarrollo de capacidades personales y empoderamiento de las mujeres a través de estrategias colectivas de generación y movilización de activos.
  5. Dirigir acciones a intervenir los sistemas de género y no solo dirigidas a las mujeres (cuidado, violencia de género).
  6. Diseñar políticas que se hagan cargo de las desigualdades cruzadas de las mujeres (mujer, indígena, pobre, entre otros), con especial atención a las características sociodemográficas de los territorios.
  7. Diseñar políticas específicas para sectores rurales que mejoren las posibilidades de acceso a activos económicos de las mujeres, como la tierra y el crédito.
  8. Generar instrumentos de apoyo a las actividades productivas de las mujeres que superen la lógica de subsistencia y de reproducción de los roles tradicionales de género.

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