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Editorial Daniela García
Las tasas de inseguridad alimentaria se han disparado durante el COVID-19, triplicándose en América Latina. Sin embargo, como se sabe, a pesar de que estas estadísticas muestran un panorama homogéneo de la región se ocultan las situaciones particulares de los territorios subnacionales. Así, los datos obtenidos con la Encuesta de Seguridad Alimentaria y Alimentación (ESAA) realizada por Rimisp en el marco del proyecto Siembra Desarrollo constatan una importante desigualdad territorial y de género en casi todos los indicadores en los territorios de los cinco países en que estamos trabajando. Es decir, aunque las mujeres en general exhiben peores condiciones alimentarias que los hombres, existen brechas entre mujeres urbanas y rurales, donde las primeras se encuentran en mejores condiciones materiales, en su mayoría, vinculadas a la alimentación, aunque muchas veces con escasos puntos de apoyo y en condiciones donde los vínculos con organizaciones comunitarias son más escasos que en los hogares de las mujeres rurales.
Así, en algunos territorios de los estudiados, vivir en zonas urbanas aumenta de manera considerable el acceso de la población a alimentos de mayor diversidad, por lo que en general la situación de las mujeres rurales es peor en este ámbito. Aunque no en todos los alimentos. Durante la crisis, por ejemplo, las mujeres urbanas disminuyeron su consumo de frutas y verduras frescas más que las mujeres rurales, esto en parte porque una familia de escasos recursos que vive en medios rurales puede acceder más fácilmente a hortalizas y árboles frutales.
Las mujeres rurales, dado que enfrentan condiciones más adversas que las mujeres urbanas, tales como el acceso a servicios, educación, empleo, entre otras; también enfrentan múltiples dificultades para abastecerse y alimentarse. Además, participan y se articulan en espacios no formales, muchas veces en espacios comunitarios informales y por lo tanto no visibles a las estadísticas a diferencia de los hombres. Esto se ve reflejado en algunos resultados, por ejemplo, en que los hogares con jefatura de mujeres reciben más ayuda y piden dinero a amistades o familiares que los hombres y las mujeres rurales reciben estas ayudas más que las urbanas.
Analizar las brechas de género y territoriales es importante porque refleja la distancia entre hombres y mujeres de distintos territorios a las oportunidades de acceso y control de los recursos, estas son fundamentes de visibilizar por varios motivos de los cuales mencionaré dos:
Primero, la política pública, la cultura popular y la ciencia (como la nutrición) tienden a conceptualizar los alimentos como resultado de elecciones individuales, por el contrario, los datos muestran que es un tema cruzado por condiciones estructurales que afectan el consumo de alimentos y las estrategias de abastecimiento. Estas últimas puede tener efectos que empeoran la calidad de la misma y estas decisiones son fruto de las disparidades espaciales, económicas y de género.
Segundo, las disparidades que modelan estas decisiones están arraigadas en políticas de desarrollo de sesgo urbano y con poca participación de las mujeres, que durante mucho tiempo han dejado a las comunidades rurales, y particularmente a las jefas de hogar, sin los medios para mejorar sus entornos y responder a los momentos de crisis, como la que se vive con el Covid-19.
De esta manera, una comprensión sistemática de las brechas entre hombres y mujeres dentro de territorios rurales o urbanos en la seguridad alimentaria y la alimentación contribuye al diseño de mecanismos de abordaje inclusivos y sostenibles. Esto en tanto permitan avanzar en los cierres de las brechas que afectan a las mujeres, particularmente a las mujeres rurales, y sus intereses tradicionalmente excluidos de la toma de decisiones. Desde Rimisp seguimos buscando nuevas formas de pensar, abordar y atender las desigualdades de género y espaciales, de su inclusión en el análisis de las dinámicas territoriales rurales y del diseño y recomendaciones de políticas para contribuir al cierre de estas brechas acorde a las realidades territoriales.
El proyecto INCATA continúa avanzando en su investigación sobre cadenas de valor hortícolas y acuícolas, con visitas de campo recientes...
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