Chile: El impacto de la pandemia del COVID-19 en las mujeres rurales

03/09/2021

Viviana Catrileo de ANAMURI y Sandra Parra de ONG CETSUR -ambas integrantes del Grupo de Diálogo Rural Chile- analizan desde la mirada de sus respectivas organizaciones los resultados de la Encuesta de Seguridad Alimentaria y Alimentación.

La pandemia del COVID-19 ha provocado cambios dramáticos en la inseguridad alimentaria, siendo los hogares con jefaturas de mujeres las que reportan tasas más elevadas que los hogares con jefaturas masculinas.

Para indagar en la experiencia vivida en los territorios rurales, dos integrantes del Grupo de Diálogo Rural (GDR) Chile: Viviana Catrileo Epul, vice presidenta – frente Internacional de ANAMURI (Asociación Nacional de Mujeres Rurales e Indígenas) y Sandra Parra Riquelme, coordinadora técnica en región de La Araucanía de ONG CETSUR, dan su punto de vista sobre los resultados de Encuesta de Seguridad Alimentaria y Alimentación (ESAA) realizada por Rimisp en el marco del proyecto Siembra Desarrollo (iniciativa apoyada por el Centro Internacional de Investigaciones para el Desarrollo – IDRC).

Dentro de los principales impactos en pobreza y alimentación para las mujeres, Viviana Catrileo comienza indicando que “la pandemia ha venido a evidenciar las profundas desigualdades sociales y de género en cuanto a los niveles de desarrollo, empleabilidad y en consecuencia al derecho a la alimentación. En ese sentido el impacto de la pandemia para las mujeres campesinas principalmente y de comunidad de pueblo originario mapuche ha sido devastador en varios aspectos relacionados a la pobreza y alimentación, ya que, en los hogares liderados principalmente por mujeres en cuanto al ingreso familiar se vieron condicionadas o relegadas al trabajo doméstico intrafamiliar no remunerado”.

Por su parte, Sandra Parra indica que aún no se visualizan los reales efectos de la pandemia en términos de pobreza y/o alimentación para las mujeres rurales, pero concuerda con la integrante de ANAMURI en el impacto para las mujeres en la carga de trabajo en el hogar: “Se han visibilizado situaciones derivadas de las restricciones a la movilidad y el cierre de escuelas, la cual han generado un aumento desproporcionado de la carga de trabajo de las mujeres rurales respecto de los cuidados de la familia; se suma a ello la violencia de género dentro de los hogares, la cual se ha visto acrecentada por el estrés emocional y económico que ha significado, principalmente, el aumento de manera permanente de las/os integrantes del grupo familiar en el hogar -hijos y/o parejas que quedaron sin trabajo- con todas las implicancias que ello conlleva de reestructuración de espacios, normas, horarios, formas de relación en las dinámicas familiares y redistribución de recursos económicos”.

En Chile, según los datos de la encuesta realizada en las regiones de La Araucanía y Los Lagos, un 31% de los hogares encabezados por mujeres reportan preocupación por no tener suficientes alimentos por falta de dinero u otros recursos frente a una 21% de los hogares con jefatura de hombres.

“El impacto de la pandemia desde el punto de vista de la alimentación ha afectado de manera transversal al campo como la ciudad” indica Viviana Catrileo de ANAMURI, pero añade que las particularidades de lo rural dejan en mayor vulnerabilidad a los hogares liderados por mujeres. “Se podría pensar que para las mujeres campesinas que han quedado sin un ingreso o salario se pudiera resolver el problema de la alimentación mediante la producción y consumo de alimentos de la tierra. Sin embargo, el campo y las comunidades campesinas de pueblos originarios no le es ajena la crisis hídrica que afecta a todo el país y en particular a la pequeña y mediana agricultura en que, como efecto de la expansión de monocultivos madereros, fruticultora para la exportación y saqueo indiscriminado de los productos del mar, cada vez se hace más difícil producir alimentos y adquirir productos alimenticios diversificados para una nutrición adecuada”.

Sandra Parra agrega la importancia del fortalecimiento del área económica de las mujeres rurales para avanzar en su empoderamiento. “Se las ha privado de comercializar sus productos en forma habitual y permanente en las ferias y mercados locales y/o regionales, generando como consecuencia la disminución o ausencia de los ingresos que percibían antes de la crisis, los cuales les permitían mantener una autonomía económica en el uso y asignación de sus recursos”. Para la integrante del GDR Chile, la reducción de esos ingresos ha precarizado aún más su calidad de vida, lo que “se ha traducido en la pérdida de su autonomía económica, dejándolas expuestas a mayores grados de dependencia y/o violencia intrafamiliar”.

Estrategias para combatir la falta de alimentos

Entre las medidas y estrategias que han implementado los hogares para hacer frente a su preocupación por la suficiencia de los alimentos, según la Encuesta de Seguridad Alimentaria y Alimentación, destaca la búsqueda de ayuda de amigos y familiares. En Chile, los hogares encabezados por mujeres reportan haber recibido un 50% más de ayuda de amigos y familiares que los hogares encabezados por hombres. Además, los hogares con jefatura de mujeres que reportan haber recibido ayuda de los gobiernos locales, son un 44%.

Ese diagnóstico es ratificado por Viviana Catrileo y Sandra Parra al ser consultadas sobre las principales ayudas que han recibido las mujeres rurales en los territorios donde ANAMURI y ONG CETSUR trabajan.

“La principal ayuda ha venido de las familias, la solidaridad entre vecinos de la comunidad y el apoyo de la organización nacional y local en la promoción, rescate e intercambio solidario de semillas, productos para la producción campesina y recetas de comidas tradicionales con pertinencia cultural y territorial”, señala Catrileo

“Las primeras y principales ayudas fueron implementadas por las municipalidades”, destaca Parra. En cuanto a los beneficios sociales que ha realizado el Estado durante la pandemia por COVID-19, la coordinadora técnica en La Araucanía de ONG CETSUR indica que ha mostrado una serie de falencias: “Los bonos o cajas con alimentos no están llegando a todas las familias rurales dejando muchas de ellas sin este beneficio; las cajas de alimentos no cubren las necesidades alimentarias ni nutricionales del sector rural pues tienen un enfoque basado en la alimentación desde lo urbano; la postulación a  bonos se ha visto dificultada principalmente por la brecha digital del mundo rural debido al acceso y cobertura de internet, sumado al manejo de herramientas digitales por parte de las mujeres rurales”.

En el cierre, Viviana Catrileo de ANAMURI pone el acento en la soberanía alimentaria desde los territorios: “Combatir la falta de alimentos saludables y diversificados para una buena nutrición no es tarea sencilla, teniendo como base todos los problemas derivados de la escasez de agua y de acceso a la tierra. Sin embargo, en el campo las mujeres organizadas desde la agroecología para la soberanía alimentaria, tienen la estrategia de compartir las semillas nativas junto a las prácticas ancestrales de producción sana y armoniosa con la naturaleza. Nuestra organización ha venido rescatando esta manera de hacer agricultura desde una mirada de comunidad en base a producción campesina sin agrotóxicos”.

Por su parte, Sandra Parra de ONG CETSUR, concluye hablando del acceso al agua en los sectores rurales: “existen sectores en donde el agua destinada al consumo humano es entregada desde el mes de noviembre por las municipalidades, cantidad insuficiente para garantizar que se cumplan con las medidas mínimas sanitarias en los hogares rurales, es por ello que se requiere de medidas efectivas y oportunas para abordar esta situación en la ruralidad, y donde las familias no tengan que enfrentarse a tener que decidir cómo priorizar el uso del agua. Por otro lado, la escasez de agua limita las labores productivas de las mujeres rurales como el desarrollo de sus huertas, las chacras y hasta la provisión de agua para sus animales”.

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