“Hacer coaliciones en medio de una pandemia es un reto”

30/06/2021

Ileana Gómez, investigadora principal de Fundación Prisma, socio territorial de Rimisp, para la ejecución del programa Territorios en Diálogo. Inclusión y Bienestar Rural en El Salvador ,cuenta el avance del trabajo en las zonas en Ahuachapán Sur y Valle Norte de Ahuachapán, en donde se implementa esta iniciativa. La pandemia ocasionada por el Covid-19 también ha influido en su desarrollo y ha motivado la adaptación de las actividades previstas, a las diferentes medidas adoptadas por la emergencia sanitaria.

El departamento de Ahuachapán se ubica al occidente de este país centroamericano. “Es una zona muy peculiar en sus características geográficas, que van desde la costa, hasta las zonas altas, en las que se cultiva café y se encuentran volcanes”, indica Ileana. Esa diferencia que se observa en el paisaje trasciende a las dinámicas que se observan en los dos territorios en las que se está trabajando actualmente en el programa. En Ahuachapán Sur, las actividades económicas están relacionadas con el cultivo de la caña de azúcar y existe una preocupación por la conservación de los manglares y las fuentes de agua.

Mientras que en Valle Norte existen actividades agrícolas y una intensa presencia de comercio, debido a su cercanía con la cabecera departamental y a la frontera con Guatemala. Es una zona con mayor dinámica urbana y presencia de institucionalidad.

Sin embargo, lo que es común para todo el Departamento es la presencia de inseguridad alimentaria en fase crítica y bajos índices de desarrollo humano. Asimismo, no se registran mayores experiencias de diálogo o de organización endógena, “hay mucha intervención de programas y proyectos de los ministerios y de la pequeña empresa, pero no en niveles de coordinación e incidencia diferentes”

¿Cómo avanza Territorios en Diálogo en medio de estas particularidades de estos territorios salvadoreños?

El proyecto busca fortalecer esos espacios de encuentro con una mirada territorial, y de largo plazo, en ambos territorios. Empezamos en el año 2019 pero la pandemia retrasó los espacios de diálogo, debido al distanciamiento, las restricciones de movilidad y las actividades. Al ser zonas rurales ha sido más difícil generar espacios virtuales debido a las fallas de conectividad. Nuestro objetivo es generar estos encuentros en los que participen diferentes actores de cada territorio, para generar una visión estratégica que incluya una visión de largo plazo.

Y este es uno los grandes desafíos que tenemos, ya que en esta zona existen muchas agendas de proyectos concretos, muy específicos en agricultura, emprendimiento, ambiente, etc. que buscan llenar necesidades claves de la población, más aún por la pandemia, por ejemplo el reparto de víveres o bonos para la población vulnerable. Y esto hace un poco complejo que la mirada de largo plazo sea una prioridad para los actores.

¿De qué formas ha debido adaptarse el programa a la situación derivada de la pandemia?

El reto de hacer coaliciones en medio de una pandemia es grande.  El proyecto consideraba hacer una coalición por territorios. Pero debido a estos problemas, por el distanciamiento y para facilitar que los actores puedan acudir a espacios reales, decidimos hacer pequeños módulos, juntando a los actores por cercanía territorial para que lleguen a estos encuentros presenciales.

También hicimos un acercamiento mucho más específico con una coalición de organizaciones indígenas en el Valle Norte. Es una organización con mucha identidad y fuerza y nosotros quisimos trabajar para conocer estos liderazgos y sus dinámicas.

Ahora estamos en el momento de incentivar la formación de la coalición desde estos módulos más pequeños, y como lo he señalado representa un reto, ya que, aunque la gente se interesa por conocer estas visiones más estratégicas, hay demasiadas actividades que compiten con lo que estamos haciendo. El sur es una zona con muchos conflictos de tipo ambiental y hay varias redes que han estado trabajando en estos conflictos. Se registran muchas actividades de incidencia para la defensa del agua. Entonces nos hemos combinado con esos espacios, intentándose una articulación y respetando las dinámicas de cada uno.

¿Cómo se está desarrollando la participación de los actores más jóvenes, en este contexto?

Para empezar habíamos definido una actividad en línea con los jóvenes, ya que son los más conectados, previamente se habían establecido los contactos con ellos y con los participantes en los cursos de desarrollo territorial. Después se planificó con los jóvenes una reunión en los dos territorios, para irlos vinculando en un espacio de diálogo de más largo plazo. Hemos identificado liderazgos muy positivos en estos grupos.

¿Cómo se cumplió la vinculación de Territorios en Diálogo con el Programa 100 Territorios Libres de Pobreza y con el proyecto Raíces de CRS?

Hicimos un mapeo de actores, que coincidió con el trabajo que realizamos para FAO en el Programa 100 Territorios Libres de Pobreza, que nos permitió conocer el tejido social de cada uno de los territorios. En la parte sur descubrimos una cantidad de actores de origen comunitario, local, de asociaciones de desarrollo, de ONG´s locales vinculadas al manejo de recursos naturales o de acciones relacionadas con la seguridad alimentaria. Encontramos también que todos estos actores se movían con una vinculación a proyectos realizados por el gobierno o la cooperación. Esta es una zona en la que no se evidencia la presencia de la empresa privada, a excepción de los ingenios cañeros. Se registran pequeñas parcelas de productores.

En el norte, las actividades son mucho más diversificadas. Los actores están vinculados al turismo, ya que existe una ruta muy famosa en esta zona, por la producción del café. Hay preocupación por la seguridad alimentaria, se registra población indígena en algunas áreas de esta zona. La cantidad de actores es mucho más diversa y aquí encontramos más actores urbanos.

El trabajo con FAO fue interesante, al principio se buscaba conocer esa constelación de actores para construir los espacios para una coalición. Iniciamos un acercamiento que nos permitió identificar los tejidos sociales de ambos lugares. Con Raíces mantenemos el contacto y vamos trabajando tomados de las manos. Cuentan con un tejido importante de dinamizadores sociales y nosotros nos articulamos con ellos, proporcionando una visión más de territorio, de una agenda territorial.

¿Qué se plantea el programa para los siguientes meses?

La idea es buscar un  compromiso de los actores y trabajar en una propuesta conjunta que permita ir más allá del corto plazo. Una mirada estratégica en los dos lugares no es algo sencillo, pero ahora estamos aterrizando este objetivo. Si la idea de bienestar que tiene el sur está vinculada a la sostenibilidad de los recursos naturales y a la seguridad alimentaria, junto a la posibilidad de generar ingresos, debemos ver cómo hacemos para que estas aspiraciones se inscriban en el largo plazo. Y la propuesta que hemos planteado ha sido vincular esta agenda con el trabajo de los municipios, a través de la creación de una unidad agrícola en cada municipio, para que la agenda de incidencia pueda concretarse a través de esta unidad. Al mismo tiempo estamos buscando la manera de fortalecer liderazgos, definir a los actores y los compromisos, para que se puedan implementar estos cambios.

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