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Para Rimisp, Centro Latinoamericano para el Desarrollo Rural, comprender las realidades de los territorios rurales de la voz de sus habitantes es requisito fundamental para diseñar estrategias que promuevan la transformación territorial. En este sentido, es necesario diseñar mediciones alternativas, como los indicadores cotidianos, que logren medir el cambio desde una perspectiva territorial. Pero ¿en qué consisten y cómo construirlos con las dinámicas particulares de un país como Colombia?
Para profundizar sobre este tema, dialogamos con Santiago Satizábal, investigador de Rimisp en Colombia
¿Qué son los indicadores cotidianos y cuál es su aporte al desarrollo territorial?
“Los indicadores cotidianos nacen como una iniciativa para contar con mediciones alternativas a los indicadores tradicionales diseñados y medidos desde la institucionalidad oficial u organizaciones que muchas veces tienden a reflejar prioridades definidas por fuera de los territorios y son limitados para capturar las realidades locales en términos temporales, de escala territorial, y de pertinencia cultural y social.
Intentan incluir las visiones y las especificidades de cada territorio como un complemento a la narrativa de los indicadores tradicionales. En este proceso, las personas participan directamente en el diseño, la construcción e incluso la recolección de los indicadores. Así, es posible lograr una mejor comprensión de los cambios en dinámicas y conceptos difíciles de medir como bienestar o el desarrollo territorial, en escalas de tiempo y lugar más cercanas a la vida diaria de las personas”.
“Tal vez la experiencia que hemos seguido más de cerca desde Rimisp ha sido la de Everyday Peace Indicators (EPI), una iniciativa liderada por los profesores Pamina Firchow y Roger McGinty. Desde EPI ellos, en equipo con otros profesionales de las ciencias sociales, intentan entender procesos complejos como la construcción de paz o la reconciliación a través de las voces de las personas que han vivido la guerra. Además de varios trabajos que están realizando actualmente en Colombia, han trabajado en otros países como Afganistán o Sri Lanka. Por supuesto, hay otras iniciativas interesantes como la del PNUD y algunos observatorios regionales”.
“Hay algunos desafíos coyunturales y otros más estructurales. Respecto a los coyunturales, es importante tener claro que los indicadores cotidianos, como los planteamos desde Rimisp, se construyen a partir de una metodología participativa para la cual son fundamentales los encuentros con los actores locales de los territorios donde estamos trabajando. Como era de esperarse, el surgimiento de la pandemia del COVID-19 ha sido un obstáculo para desarrollar estos espacios y muchos de ellos han tenido que postergarse, aplazarse o incluso cancelarse. Para el caso de Colombia, además, recientes condiciones del orden público también han complicado la logística de estos espacios y han prevenido a los participantes quienes lo piensan dos veces antes de compartir sus testimonios en entrevistas o en espacios colectivos.
Los desafíos más estructurales tienen que ver con la forma en que los participantes entienden los ejercicios de construcción y priorización de los indicadores. En varios de los municipios donde estamos trabajando ya se han ejecutado diversos proyectos, programas, políticas, etc, propiciados por la institucionalidad, por cooperación internacional o por distintas ONG’s. Esta “sobre intervención” ha llevado a que muchos de los participantes, cuando se les pregunta por el bienestar o desarrollo en sus territorios, hablen en clave de peticiones. “Necesitamos una escuela” o “necesitamos que la autoridad nos resuelva el tema de tierras”, pero no de señales de bienestar o desarrollo territorial en que afirmen, como, por ejemplo, “en nuestro territorio una señal de bienestar cotidiano es que no se vean menores de edad fuera de la escuela en horas de la jornada escolar”.
“En algún momento, hablamos sobre la importancia de “horizontalizar” el debate sobre el desarrollo territorial en las zonas postconflicto. Los indicadores cotidianos nos ayudan justamente a eso. Por un lado, ofrecen una oportunidad para que las personas que viven en los territorios puedan fortalecer sus capacidades y pensar indicadores acordes con su realidad y con lo que más valoran en el territorio, favoreciendo el diálogo y la rendición de cuentas con los tomadores de decisiones a nivel local, regional o nacional. Por otra parte, los tomadores de decisiones cuentan con más y mejor información para hacer sus programas. Es un gana-gana”.
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