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Rimisp – Centro Latinoamericano para el Desarrollo Rural analiza la desigualdad territorial sobre la base de los indicadores vinculados a los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la Agenda 2030 de la ONU. El documento regional se presenta este 9 marzo.
América Latina ha realizado considerables avances económicos y sociales en las últimas décadas. Sin embargo, estas mejoras no han alcanzado a todos los territorios por igual. Como consecuencia, aún persisten grandes brechas al interior de los países de la región en prácticamente todos los aspectos centrales del desarrollo humano y social. Y el Ecuador se inscribe dentro de esta realidad que se evidencia en la cuarta edición del Informe Latinoamericano Pobreza y Desigualdad 2017 “Ningún territorio atrás”, que Rimisp – Centro Latinoamericano para el Desarrollo Rural, presenta el próximo viernes 9 de marzo en Quito.
En esta cuarta edición, el Informe Latinoamericano sobre Pobreza y Desigualdad pone en discusión la desigualdad territorial desde la mirada de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), considerando indicadores a nivel subnacional para algunos de estos objetivos, e indagando en la articulación de actores. Este aspecto es central para la implementación de la Agenda 2030 de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
Para ello, se realiza un análisis territorializado de una serie de 27 indicadores que dan cuenta de 20 metas vinculadas a nueve de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), establecidos por la Organización de las Naciones Unidas en su Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible.
Los ODS tienen en su base un enfoque holístico que busca la integración de las tres dimensiones del desarrollo –económico, social y ambiental– y la participación de todos los actores –públicos, privados y de la sociedad civil– en los niveles micro, meso y macro, bajo la premisa de no dejar a nadie atrás.
Las ediciones anteriores a este Informe Latinoamericano sobre Pobreza y Desigualdad, han demostrado que tanto la pobreza como el acceso a servicios o la actividad económica, se distribuyen desigualmente entre los territorios, con lo cual, a la ya compleja desigualdad social que aqueja a las sociedades latinoamericanas, se agrega una persistente inequidad territorial, una de cuyas expresiones más claras es la peor situación relativa en que se encuentran los pobres rurales, respecto de sus pares en zonas urbanas.
Los territorios rezagados tienden a tener características comunes: son más pequeños en términos de población, son más rurales, tienen una mayor proporción de población perteneciente a pueblos originarios o afrodescendientes y, en menor medida, tienen mayor proporción de población menor de 15 años.
En la Parte 1 de este Informe veremos que las mayores brechas territoriales se concentran, justamente, en aquellas metas de desarrollo sostenible que reflejan objetivos más exigentes, como la reducción del embarazo adolescente, las mejoras en la calidad de la educación, la disminución de la desigualdad económica o el logro de una mayor equidad de género.
Entre los indicadores analizados se encuentran:
La Parte 2 profundiza en el análisis de experiencias de articulación y coordinación de actores en territorios específicos de Colombia (Capítulo 3) y Ecuador (Capítulo 4). Estas experiencias muestran cómo en ámbitos tan diversos como la construcción de la paz o la producción de café, es posible avanzar en calidad e intensidad de la articulación para el logro de propósitos compartidos. Ambas experiencias exhiben esfuerzos consistentes de articulación de instituciones y actores, en el caso de Ecuador se aborda el caso de la Mesa Técnica del Café del noroccidente de Quito, como un ejemplo de la sinergía entre los pequeños productores y los gobiernos locales, logrando un ejemplo exitoso de vinculación entre lo público y lo privado.
El desafío de la articulación no es un tema nuevo para los gobiernos de la región y representa un ámbito de creciente preocupación para los organismos internacionales, consistente con la invitación a una mirada integral de los ODS que realiza la Agenda 2030.
Con este Informe Latinoamericano sobre Pobreza y Desigualdad 2017, Rimisp se suma a dicho debate, postulando que, desde un enfoque territorial, la articulación entre distintos niveles de gobierno y distintos actores resulta un imperativo. Hemos visto que la desigualdad en América Latina tiene un componente territorial diferente y adicional a las desigualdades que se manifiestan entre personas, hogares y grupos, donde los territorios rurales han sido sistemáticamente los más rezagados de las dinámicas de desarrollo.
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